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Bendiciones!! Que alegría saber que tenemos este espacio, como un oasis en el desierto, en donde encontremos y compartamos la palabra de Dios, Las buenas Nuevas y todo aquello que traiga bendición a nuestras vidas.

Espero lo disfruten!!

miércoles, 19 de octubre de 2011

18 de octubre 2011

18 de octubre 2011

LA PUERTA DE ENFERMEDAD POR MALDICIÓN

Ayúdame, Señor, a obtener el fruto espiritual y la comprensión necesaria que Tú permites con cada enfermedad que toca mi cuerpo. Enséñame a mirar debajo del sol que somos como neblina que se deshace.  Haz que comprenda que las enfermedades del cuerpo me ayudan a conseguir un conocimiento más perfecto del mismo, a desprenderme de todo lo creado y me invitan mediante la espontánea reflexión que trae consigo, sobre la brevedad de la vida, a trabajar con más empeño y seriedad en preparar mi alma para la vida futura donde no existe ni enfermedad ni pena, sino el eterno gozo de tu compañía.

Guárdame de Esta terrible maldición porque es una de las puertas más poderosas que extingue a la raza humana, porque desprende un sin número de enfermedades incurables, y no hay médico, hombre, o poder en la tierra que supere los decretos de Dios.

Ejemplo Deuteronomio 28:20-22. El Señor traerá sobre ti mortandad, hasta que te consuma de la tierra a la cual entras para tomar posesión de ella. El Señor te herirá de tisis, de fiebre, de inflamación y de ardor, con sequía, con calamidad repentina y con añublo; y te perseguirán hasta que perezcas. (28:28) El Señor te herirá con locura, ceguera y turbación de espíritu; (28:35) Te herirá con maligna pústula en las rodillas y en las piernas, desde la planta de tu pie hasta tu coronilla, sin que puedas ser curado. (28:45)  Y vendrán sobre ti todas estas maldiciones, y te perseguirán, y te alcanzarán hasta que perezcas; por cuanto no habrás atendido a la voz del Eterno tu Dios, para guardar sus mandamientos y sus estatutos, que él te mandó;

Ruego al Señor que derrame sobre mí  un corazón limpio y un espíritu nuevo y recto  con  un nivel mayor de obediencia en mi alma con el fin de obedecerlo y servirle de todo corazón  hasta que ninguno de sus juicios caigan sobre mí, me ampara bajo la sombra de su nombre, bajo el bien y la misericordia, apelo a su gracia y al espíritu de la restauración porque solo si obedezco, ninguna de estas enfermedades llegarán a mi  cuerpo, renuncio a todo acto de rebelión, pecado, maldad iniquidad, puerta abierta a los deseo desenfrenados de la carne, me someto a una vida de santidad y sujeción a la autoridad del Dios Eterno





LA PUERTA DE  ENFERMEDAD POR LA PRESENCIA DE DIOS

Es difícil entender que el cuerpo humano no está en condición de recibir directamente la presencia de Dios, con solo que haga contacto a un nivel de una gloria mayor. no resiste y viene la debilidad del cuerpo produciendo una enfermedad que se cura con su misma gloria

Daniel 8:26 La visión de las tardes y mañanas que se ha referido es verdadera; y tú guarda la visión, porque es para muchos días. Y yo Daniel quedé quebrantado, y estuve enfermo algunos días, y cuando convalecí, atendí los negocios del rey; pero estaba espantado a causa de la visión, y no la entendía. Por medio de esta visión, Daniel quedó expuesto a los rayos de la gloria de Dios y cayó abatido por una enfermedad.  Apocalipsis 1:17

Declaro que hallaré gracia delante del Señor con el propósito de tener grandes y gloriosos encuentros con Él, para que se vea con Moisés, la gloria de su presencia sobre mi rostro, si mi cuerpo se debilita por causa de su gloria bendita sea esa hora, porque es la señal que he tenido una experiencia sobre natural con Dios



LA PUERTA DE  ENFERMEDAD POR PECADO

DECRETO el cierre de esta puerta en mi vida y en mis generaciones ya que no entraré voluntariamente al terreno de Satanás y no le daré ningún derecho a las tinieblas para inducirme a pecar. Tomo la promesa que dice bendito el hombre a quien el Altísimo no culpa de iniquidad, Y en cuyo espíritu no hay engaño. No callare porque si lo hago se envejecerán mis huesos en mi gemir todo el día y mi verdor en sequedades de verano.  Mi pecado te declaré, y no encubre mi iniquidad. Dije: Confesaré mis transgresiones al Señor; Y tú perdonaste la maldad de mi pecado, escucha oh Dios mi oración y cierra toda causa de maldición por donde pueda llegar cualquier enfermedad. Lávame, y seré más blanco que la nieve. Hazme oír gozo y alegría, Y se recrearán los huesos que has abatido. No me eches de delante de ti, Y no quites de mí tu santo Espíritu. Vuélveme el gozo de tu salvación, Y espíritu noble me sustente. Salmos 32:1-5







LA PUERTA DE POR LA MURMURACION

Decreto cerrar mi boca para no dañar con palabra ninguna autoridad, puesta por Dios, como lo hizo María  al comentar  negativamente de su hermano Moisés y por esto, quedó leprosa por siete días.   Pon guarda en mi boca para que mi lengua no me haga pecar y se aparte de mi tu gloria, no deseo que nada se detenga por mi causa y se afecten las personas que de mi dependen, pido perdón ante Dios y a mis hermanos si en algún momento he hecho un comentario negativo que ha afectado su integridad o su imagen y por mi causa se han visto afectados. Hoy te pido un corazón sano porque de la abundancia del corazón,  habla la boca.



LA PUERTA DE GULA POR NEGLIGENCIA

Decreto sobre mi voluntad los mejores hábitos alimenticios, no comer de forma inadecuada, por ansiedad, dame la gracia de tomar el tiempo para bendecir los alimentos y comerlos en paz disfrutando cada tiempo de comida que me das.  Te ruego que habitúes  mi  metabolismo a las grasas, los químicos, el agua, los vegetales, a los productos enlatados y a todo lo natural que ha sido contaminado en este siglo que vivimos.  Renuncio a ser como muchas personas que llegan a relacionar el afecto con la comida, que, al sentir alguna emoción fuerte (rabia, miedo, tristeza) comen sin control, e incluso, algunas llegan a hacer de esto un hábito y comen cuando se sienten solas, frustradas o están frente a alguna situación que les genera ansiedad.



LA ORACIÓN DEL ENFERMO

La oración del enfermo tiene una característica especial.  "En la enfermedad te sientes débil, incapaz, sin fuerza, sin posibilidad de decidir por ti mismo, en manos de otros; ni siquiera puedes huir aunque lo desees: Se consumen de pena mis ojos, mi garganta y mi vientre; mi vida se gasta en la congoja, mis años en los gemidos (Sal 31, 10-11). Entre este grupo de sentimientos duros puede correr una tenue brisa de confianza y vivir la experiencia de la Presencia, la compañía, la acogida: El Señor está cerca de los atribulados (Sal 34,19).

El enfermo puede vivir en la oración una bellísima experiencia de la ternura de Dios: Si mi padre y mi madre me abandonan, el Señor me recogerá (Sal 27,10), aunque camine por cañadas oscuras, nada temo, porque tú vas conmigo (Sal 23,4).

La larga jornada del enfermo, y su noche, son ocasión para realizar ante Dios una actividad fundamental, rememorar, recordar el pasado: En mi angustia te busco, Señor, de noche rebullen mis manos sin descanso... repaso los tiempos antiguos, recuerdo los años remotos (Sal 77,3-6)... En este repaso de la vida van a destacar aspectos muy importantes, ricos, fecundos, llenos de sentido y de plenitud, que no podrán menos que provocar la alabanza y la bendición a Dios. ¿Quién no puede descubrir en su vida destellos de la presencia actuante de Dios?

Cuando se hace con verdad la memoria de la vida en ella aparece, también, la cara negativa del fracaso, de la responsabilidad que ha arruinado tantas posibilidades, del pecado y de la culpa. Aspectos que en la enfermedad pueden agigantarse, desmesurarse y asaltarnos amenazadoramente... La oración que confiesa el pecado y pide perdón y la experiencia del Dios que perdona y abraza es fundamental para asumir con madurez lo negativo de la vida, acogerse y poder cambiar.

La oración de petición es la palabra más espontánea en la boca del dolor humano: Que no me arrastre la corriente, que no me trague el torbellino (Sal 69,16). Se pide lo que el discípulo del Señor ha deseado a lo largo de su vida y, sobre todo, en los períodos de prueba: No nos dejes caer en la tentación, para que no caigamos en las manos del mal (Mt 6,13). Y se pide que mi voluntad sea lo que Dios quiera, no lo que quiera yo: Realícese tu designio en la tierra como en el cielo.

Cuando le pides a Dios lo que Él quiere, caes inmediatamente en la aceptación de la realidad. La enfermedad no sólo te pone en tu lugar, sino que te revela descarnadamente lo que eres: Los años de nuestra vida son unos setenta u ochenta, si hay vigor; más la mayor parte son trabajo y vanidad, pues pasan deprisa y vuelan (Sal 90, 10). (Sal 39,5).

¿Quiere esto decir que hay que dejarse vencer por la enfermedad, que tenemos que aceptar el dominio del dolor? que hay que agachar la cabeza ante el destino? ¡De ningún modo!". El ánimo de mi espíritu soportara toda enfermedad

En los salmos el enfermo acusa el golpe, pero no se queda pasivo, resignado, sino que saca fuerza para luchar por la salud. Tras el grito inicial comienza una actividad que incluye muchos pasos hasta lograr una nueva experiencia de salud, que desemboca en acción de gracias.

Cuando uno está enfermo, se encuentra con un caudal inmenso de preocupaciones, deseos, intenciones, recuerdos, ánimos y fuerzas que vienen de los demás y que se expresan por medio de la oración: "oramos por ti", "¡cuánto hemos orado por ti!". Es particularmente eficaz la oración comunitaria, como dice el Señor: Donde están dos o tres reunidos en mi nombre, allí estoy yo en medio de ellos (Mt 18,19).

La enfermedad puede cumplir diversas funciones. Puede ser prueba y crisol, castigo y correctivo, ocasión de maduración de la persona y lugar del alumbramiento de una nueva salud. En la enfermedad se viven situaciones en las que se hace aguda la necesidad de la reconciliación. Todo queda al descubierto. Tal es el caso de viejos odios y de problemas no resueltos. Junto al lecho del enfermo se dan las grandes reconciliaciones.

En medio de la enfermedad el creyente se pregunta: ¿Qué dice Dios de mi enfermedad? ¿Qué está haciendo con ella? En realidad, no existen respuestas fáciles ante el problema del mal, del sufrimiento y de la muerte. Es preciso orar. Se dice en la carta de Santiago (5,13-15):

¿Sufre alguno entre vosotros? Que ore. ¿Está alguno alegre? Que cante salmos. ¿Está enfermo alguno entre vosotros? Llame a los presbíteros de la Iglesia, que oren sobre él y le unjan con óleo en el nombre del Señor. Y la oración de fe salvará al enfermo.

La carta de Santiago relaciona el sufrimiento con la oración y la enfermedad con la oración y la unción. El contexto se refiere a la oración. La expresión oración de fe se refiere a la oración hecha con fe, que excluye toda magia y supone una relación viva con el Señor. Además se propone la oración ferviente, es decir, asidua. Se afirma que, si se hace así, tiene mucho poder (5,16).

Nos dice Jesús que la oración ha de ser perseverante: Hemos de orar sin desfallecer y en todo tiempo (Mt 18,1). Su eficacia se manifiesta en el don del Espíritu, que el Padre da a quienes se lo piden (Lc 11,13).


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